La Margarita: Simplicidad y Alegría en forma de Flor
Las margaritas son flores que, con su simplicidad y elegancia, traen alegría a cualquier espacio. Su facilidad de cuidado las convierte en la opción perfecta para quienes se inician en la jardinería, ya sea en macetas o en el jardín. Estas flores, que requieren poco mantenimiento, te sorprenderán por su capacidad de iluminar cualquier rincón con su resplandor natural. En este artículo, te proporcionaremos todos los consejos necesarios para cultivar margaritas con éxito, ayudándote a disfrutar de su hermosa floración y a aprovechar al máximo su frescura y vitalidad, haciendo que cada rincón se llene de color y felicidad.
Mantenimiento, Plantación, Simbología y Historia de las Margaritas
La margarita es el símbolo perfecto de la primavera, con su belleza simple y radiante que evoca la frescura de esta estación. Su popularidad ha dado lugar a diversas variedades, cada una con sus características únicas. La margarita común (Bellis perennis), conocida como "margarita de los prados", es una especie europea con flores blancas y un centro amarillo.
La africana (Dimorphotheca), originaria de África, destaca por sus grandes flores de tonos brillantes como naranja, amarillo y blanco, siendo muy resistente y floreciente. La Shasta (Leucanthemum x superbum), un híbrido estadounidense, es conocida por sus grandes flores blancas con centro amarillo, popular en jardinería paisajística. La margarita de montaña (Erigeron), nativa de América del Norte, produce pequeñas flores rosadas, moradas y blancas, y es apreciada por atraer mariposas.
La margarita española (Argyranthemum frutescens), originaria de las Islas Canarias, se caracteriza por su floración prolongada en colores como blanco, amarillo y rosa, ideal para jardines y macetas. Finalmente, el manto de la reina (Coreopsis), originario de Norteamérica, presenta flores de tonos brillantes como amarillo, naranja y rojo, siendo una planta fácil de cultivar que agrega un toque vibrante a los espacios exteriores.